jueves, 20 de marzo de 2014

El 3D, esa gran incoherencia

El cine. Ese arte que se caracteriza por la sutileza a la hora de mostrar historias y acciones des de un punto de vista mil veces pensado y adjudicado bajo el título de “el más adecuado”. Ese punto de vista que busca, a través de la sutileza del plano rebuscado, causar emociones, sensaciones y hacer que el publico, de manera consciente o inconsciente, vea la historia des de un punto de vista muy acorado, cuya función es engañar de manera positiva al espectador, para que viva todo el recorrido de una trama controlada como si fuera una montaña rusa.

Luego llego el 3D. Sí, lo de las gafas.

 

Un pequeño “previously” sobre el 3D para todos aquellos que lo consideren un añadido moderno y transgresor al cine: Las primeras huellas del 3D ya se ven entre 1890 y 1920, de la mano de William Frieese-Greene y Frederick Eugene Ives.
En 1922 llegó el primer largometraje 3D y entre 1934 y 1960 ya se empezaba a comercializar con unas pocas películas en 3 dimensiones y a hacer pequeñas proyecciones en salas. En 1970 , la marca Stereo-Visión desarrolla el método de proyección 3D que se usa hoy en día. Y, finalmente, en 1980 aparece el formato IMAX, de corta duración pero el sistema de experiencia 3D más puro.


Pero, como funciona el 3D?
Depende de en que época lo preguntes. El método de proyección 3D en el cine se basa en imágenes comprimidas, una al lado de la otra, sobre una misma tira de película de 35 mm y proyectadas mediante una lente anamórfica a través de filtros Polaroid. Actualmente, con la digitalización, este método se ha reducido a una proyección de doble cañon.

Que más a traído el 3D? Pues una forma maravillosa para las productoras de generar dinero: las remasterizaciones 3D o adaptaciones 3D! Todas aquellas películas clásicas, que ya se han hecho un hueco en la historia y que, por razones incoherentes, les han dado chorretones de 3D con el gotelé. De manera exagerada, la conversión al 3D ha atraído a una multitud sin precedentes de espectadores a las salas de cine. Películas como Toy Story 3 (2010), El Rey León (1994), Los Pitufos (2011) o Madagascar (2010), entre muchas otras, han tenido su versión “tridimensional”. Ah, y la conversión más exitosa: Titanic (1997), con un 3D tan logrado que puedes sentir como James Cameron te quita el dinero del bolsillo.


Debido a los excelentes resultados que tuvo el cine 3D, la televisión buscó la manera de hacer que la tridimensionalidad entrase en su área de una forma alcanzable para los usuarios. Empresas como Sony, Samsung y Panasonic ya empezaron a vender televisores 3D en algunas partes del mundo.

El 3D, ese sistema que promete mucho y ofrece poco y que parece más una moda pasajera que un avance tecnológico. Porque, seamos sinceros, ¿ofrece tanto como dice el 3D? ¿Causa tal impacto? ¿Tan grande es la inmersión del espectador en la película que parece formar parte de ella? La respuesta es, una vez más, NO. Con lo que me lleva a la pregunta, ¿es realmente el 3D necesario en el cine? Un servidor esta convencido que, de momento, NO.
Muchas han sido las películas que he visto en 3D y el 99% de las veces me he sentido estafado, no por el precio (que también) si no por no ver y sentir lo que me prometieron ver.



Acabar con una propuesta, un aro de luz entre tanta “3Decepcion”, os aconsejaré 3 películas que, con el 3D en una sala que no es formato IMAX, ganan: 1) Avatar (2009) ya que el punto fuerte (y el único) de esta película son sus efectos. 2) Gravity (2013), increíblemente impactante con 3D (hablaremos de ella más adelante) por su método de grabación y sistemas de travelling flotante. 3) Para estómagos fuertes: Jackass 3D (2010). Sí, con 3D esta película es, visualmente, genial.





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