martes, 21 de abril de 2015

Raoul Dufy: una busqueda incesante y silente tras la aparente facilidad de su pintura (I)

 Como mencioné la semana anterior, mi idea era daros una vuelta por las exposiciones visitadas en Madrid, mas en el caso de hoy quiero usar la exposición misma como pretexto para hablaros detenidamente del artista y de su obra. No obstante, tengo pensado dedicarle varias sesiones, puesto que cada día me sorprendo más de mi poca capacidad de síntesis. No penséis que hago artículos largos con ganas, la verdad es que siempre empiezo diciéndome "hoy conseguiré ser breve", pero ya véis que pocas son las veces que lo he logrado si es que puedo usar el plural. Además, cuantas más publicaciones le dedique mayor será el número de imágenes que podré subir y, para ser sincera, con Dufy me cuesta mucho ser selectiva, así que espero que os guste tanto o más que a mí y disfrutéis de sus obras, aunque ver una reproducción nunca sea lo mismo y menos desde un ordenador.

Folleto de la Exposición
 Como bien he dicho hace un momento, "quiero usa la exposición misma como pretexto", de modo que no puedo empezar sin decir cuatro cosas de ella, aunque sólo sea a título informativo para los que estén interesados y tengan la oportunidad de ir a verla -cosa que os recomiendo, aunque si podéis ir directamente a París a ver su obra, mejor que mejor-.

 Del 17 de febrero al 17 de mayo de 2015, tiene abierta sus puestas en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, una exposición dedicada a Raoul Dufy, la cual -en palabras de la misma, es decir, del panfleto divulgativo que dan de acompañamiento en la entrada- <<se distancia de la tradicional representación de Dufy como el pintor de los placeres burgueses y de la facilidad de trazo. Sin pretender obviar el innegable carácter hedonista de su obra, se propone mostrar la lenta gestación de su estilo personal y su búsqueda constante de nuevas soluciones plásticas. Asimismo, desea enfatizar la faceta más introspectiva y reflexiva de su obra>>.
 Ésta nos ofrece un paseo por la trayectoria artística del pintor, con muestras que van desde sus iniciales influencias impresionistas, seguidas de algunas de las obras inscritas en la corriente del Fauvismo, así como de su ruptura con la misma manifiesta a partir de su etapa cézanniana, hasta llegar a las obras de los años treinta en las que consolida su estilo, sin olvidar tampoco su producción xilográfica y sus colaboraciones en el mundo de la tapicería y la cerámica.


Raoul Dufy (1877-1953)
Autoportrait (1948), Raoul Dufy
 A pesar de que nos encante comprender las obras de arte y, a veces, a los propios artistas a partir de las mismas y en su lenguaje, siempre hace ilusión encontrar expresado con palabras lo que éstos piensan y buscan con ellas.

  <<Me habláis de mi lucha por el color; sí, es mi vida, pero querría que me comprendieseis bien y, para estar del todo satisfecho, desearía que se dijese mi lucha por la luz que es el alma del color. Sin la luz el color está sin vida. Mi búsqueda ha sido precisamente encontrar un orden del color, del color material de nuestros tubos que los hace generar luz. Sin luz, las formas no viven pues sus colores no las designan suficientemente. Percibimos primero la luz, acto seguido el color>>.
 
(Texto original: Vous me parlez de ma lutte pour la couleur; oui, c'est ma vie, mais je voudrais être bien compris et, pour être tout à fait satisfait, je voudrais qu'on dise ma lutte pour la lumière qui est l'âme de la couleur. Sans la lumière la couleur est sans vie. Ma recherche a été précisément de trouver un ordre de la couleur, de la couleur matérielle de nos tubes qui leur fait engendrer de la lumière. Sans la lumière, les formes ne vivent pas car leurs couleurs ne le désignent pas suffisamment. Nous percevons d'abord la lumière, ensuite la couleur.) - Dufy, en una carta dirigida a André Lhote en 1943.

Le champ de blé, Raoul Dufy

<<He encontrado lo esencial de mi pintura en el paseo y en la búsqueda; es lo que da a mi obra ese aire de divagación que uno puede reprocharle, pero yo siempre he preferido el estudio y el análisis al establecimiento y a la exploración de una fórmula. Quise compartir el placer de estas búsquedas con todos aquellos que me seguían; es por lo que prefiero que se lleve su análisis sobre el mecanismo de mis medios más que de considerarla una anécdota que no es el verdadero objetivo de mis cuadros. La historia en sí misma no cuenta, es más bien la manera de contarla>>.

(Texto original: J'ai trouvé l'essentiel de ma peinture dans la promenade et dans la recherche; c'est ce qui donne à mon oeuvre cet air de divagation que l'on pourrait lui reprocher, mais j'ai toujours préféré l'étude et l'analyse à l'établissement et à l'exploration d'une formule. J'ai voulu faire partager le plaisir de ces recherches à tous ceux qui me suivaient; c'est pourquoi je préfère qu'on porte son analyse sur le mécanisme de mes moyens plutôt que de considérer une anecdote qui n'est pas le vrai but de mes tableaux. L'histoire en elle-même ne compte pas, c'est plutôt la manière de la raconter.) - Dufy

 En lo que concierne a su pintura y aunque sea en la próxima en sesión cuando me centre propiamente en ella, quiero dejaros esta cita, que habla de la profunda reflexión que hay tras la atracción formal de su obra -que, al fin y al cabo, fue la que le dio el éxito- y la cual está en estrecha relación con el título del artículo y con el tema que quiero tratar detenidamente la próxima semana. Vamos, para meteros un poco en situación. 
 
<<Toda su obra es un esfuerzo hacia la luz. Su espontaneidad se alimenta de indecisión. No hay nada realizado que no haya meditado largamente. [...] Que su creación no dé nunca la impresión de esfuerzo no significa que ésta se someta a su modelo. [...] Contrariamente a lo que las seducciones de su obra dejan creer, él no sigue la moda, sino que la adelanta o la contradice, lo que es una manera de preparar la moda del mañana>>.
(Texto original: Toute son oeuvre est un effort vers la lumière. Sa spontanéité est nourrie d'hésitation. Il n'a rien réalisé qu'il ne l'ait longuement médité. [...] Que sa création ne donne jamais l'impression de l'effort ne signifie pas qu'elle se plie à son modèle.[...] Contrairement à ce que les séductions de son oeuvre laissent croire, il ne suit pas la mode, il la devance ou la contredit, ce qui est une manière de préparer la mode de demain.) - Jacques Lassaigne

 
L'estacade et la plage du Havre (vers 1926), Dufy
Si bien sus temas suelen ser unos y siempre los mismos, entre ellos se encuentran dos que son especialmente constantes, el de las orquestas musicales y el mar. Ambos intereses se remontan a su niñez. De su juventud en una ciudad costera, el mar es, desde el principio, una de las primeras temáticas que trata y que representará con asiduidad a lo largo de su vida y de su obra. En lo que respecta a las orquestas, músicos e instrumentos, sabemos que el padre de nuestro artista tocaba el órgano y quiso despertar e inculcar en todos sus hijos ese mismo amor por la música.
Sin embargo, el gusto por el dibujo y la pintura que tan tempranamente se manifestó en Dufy no fue tan bien acogido por ninguno de sus padres, pues su familia quería y necesitaba que él mismo se ganase su propio pan y para ello lo más conveniente era que aprendiese un oficio. Tanto fue así, que Dufy se prometió a si mismo que si no podía ser pintor, se convertiría en un rico negociante para así tener el suficiente dinero para coleccionar cuadros.

L'orchestre mexicain (1951), Dufy


 A los catorce años consiguió su primer empleo, sin embargo, esto no le apartó de su objetivo inicial y, ya en 1895, le vemos inscrito a los cursos que se impartían por la tarde a cargo de Charles Lhuiller en la Escuela municipal de Bellas Artes de El Havre. Este maestro estaba muy lejos del arte que desarrollaría Dufy y muchos de sus contemporáneos, pues Lhuille había sido discípulo de Cabanel y gran admirador de Ingres, por lo que no debe extrañar a nadie que sus clases se rigiesen aún por la práctica tradicional, basada en la copia de modelos. Sin embargo, el respeto que éste manifestaba hacia la personalidad de sus alumnos y el fervor con el que alentaba el entusiasmo y perseverancia de éstos, debieron contribuir a la opinión que de él se formó Dufy y de la que nos ha dejado constancia: <<nosotros teníamos por nuestro maestro un gran respeto mezclado de admiración, porque era un verdadero artista, gran dibujante clásico>>. Allí fue donde conoció a Othon Friesz, compañero con el que alquiló su primer taller y junto al que estudiaba las obras de Boudin en le Musée du Havre.

  Y así como Picasso -a quien cito más que nada por la simple curiosidad de que ambos artistas fuesen coetáneos- alcanzó un dominio precoz del dibujo y de la pintura y pese a ello, escogió desviarse de esa senda ya allanada por la que le hubiese resultado mucho más cómodo seguir, también Dufy manifestó una gran habilidad para el dibujo y de igual forma quiso sobrepasar esta facilidad no sólo a partir de una larga e incansable búsqueda artística, sino también y mucho antes, con un acto más simple pero no menos valiente -o por lo menos atrevido-, como fue el de cambiar de mano. Así es como acabó escribiendo con la derecha y pintando con la izquierda.

 Esta primera formación de estudios artísticos se vio interrumpida por los años de servicio militar, pero una vez instalado en Paris, la reprende, esta vez matriculado en la Escuela Nacional de Bellas Artes bajo la supervisión de Bonnat.

 En una carta que Dufy le escribió a R. Cogniat se ve claramente los obstáculos con los que se encontró su pintura en aquella época -en la que ya empezaban a sentirse sus inquietudes, frecuentando poco el Museo del Louvre y mucho las galerías en las que se exponía la obra de sus contemporáneos-:

<<La Escuela de Bellas Artes me era bien práctica. Un taller, modelos gratuitos, algo que cuando no se es rico, no debe despreciarse. Para ir a la Escuela, pasaba por la calle Laffitte y tú acertadamente piensas que después de haber visto a los impresionistas en Durand-Ruel, yo llegaría al taller de Bonnat con mala disposición. Además, mostraría lo menos a menudo posible mi pintura al profesor.
Un día sin embargo, estaba bastante contento de lo que había hecho [...]>>.
Así que se lo mostró.
<<[el profesor] me pidió donde había visto todos esos colores, mientras que sobre el trabajo de mi compañero no ocultó su satisfacción, añadiendo incluso: "tú puedes pasar/presentarte a la prueba este año". Ese día comprendí que no tenía nada que hacer en la Escuela>>.

De este testimonio se extrae también otro punto, y es su interés por la pintura impresionista -que para él viene a ser "el conjunto de tendencias diversas de los pintores de 1870"- y dentro de éste, su mirada se focaliza sobre todo en la figura de su precursor, Manet, y no tanto en los artistas más propiamente impresionistas. Esta filiación confesada por el propio Dufy en la encuesta que le hizo Charles Morice en 1905, observable en sus pinturas y reconocida por sus biógrafos, no significa que su devoción fuese absoluta, pues como en el resto de movimientos por los que pasó, Raoul Dufy sólo tomó de ellos aquello que le era útil para su propia búsqueda. 

 
Vieilles maisons sur le bassin à Honfleur (1906), Dufy
Ese mismo año, contempla en el Salon d'Automne la obra de Matisse, Luxe, calme et volupté, la cual marcará un punto de inflexión en la obra de Dufy. Sobre la trascendencia que tuvo esta pintura para el segundo y, muy a pesar de las malas relaciones que mantuvo siempre con el primero -éstas más por parte de Matisse que de Dufy-, en 1925 confesará cómo  <<delante de este cuadro he comprendido todas las nuevas razones de pintar y el realismo impresionista ha perdido para mi su encanto, por el de la contemplación del milagro de la imaginación introducida en el dibujo y el color>>. Y es que es a partir de ese momento, que la pintura de Dufy se inscribe en la corriente del fauvismo. Y no sólo lo hace plásticamente, sino también a nivel expositivo, pues sabemos que fue acogido por la marchante Berthe Weill, quien lo agrupó con el grupo de artistas fauves -y muy a pesar de las insistentes quejas de Matisse-. No obstante, la crítica no fue demasiado indulgente, pues su presencia en el Salon des Indépendants y en el Salon d'Automne fue considerada por el crítico Vauxcelles como la de un mero seguidor más, por no decir incluso imitador. Y peor aun es el comentario de Michel Puy, quien enfatiza esta carácter mimético del pintor, enumerando todos los artistas a quiénes supuestamente había imitado y designándolo igualmente como un mero seguidor, sin vislumbrar en él talento ni futuro prometedor alguno. 

 Barques à Martigues (1908), Dufy
Como es de esperar, estas dedicatorias tan halagüeñas no pudieron suscitar sobre su ánimo más que aflicción, pena y disgusto. Tanto, que seguramente fueron el detonante que le llevaron a alejarse de este movimiento y especialmente de la figura de Matisse y, lo hizo acercándose a la obra de Cézanne. Sin embargo, esta ruptura no fue tan fácil como pudiera parecer. Sin bien hubo quiénes le criticaron su etapa fauvista, también hubo quiénes deseaban que continuará en ella, lo que no quita que también hubiese quiénes le animaban a este alejamiento, entre los cuales se encuentra el mismo Apollinaire, para el que más tarde ilustraría su Bestiaire. Pero esto es adelantarse y yo lo que quisiera ahora es detenerme en uno de personajes que pretendieron acallar sus impulsos de ir más allá. Esta figura es la misma marchante de la que antes hemos hecho mención y que, en cuanto vio el nuevo rumbo de su obra, quiso que desistiese en ese intento que, según ella, no le llevaría a ningún puerto: 

<< Tenéis cualidades que los aficionados aprecian mucho y vais a buscar agua allí donde no mana; ¿por qué no continuáis siendo el mismo? Reflexionáis demasiado sobre sobre lo que queréis hacer; tenéis que sufrir vuestro carácter, pero no penséis demasiado, o entonces os despeñaréis. Del grupo de los que yo veo actualmente que trabajan, por ahora es Picasso quien tiene seguidores; Derain, Braque, etc, van detrás suyo, cosa que le produce un placer inefable, y cuando lo estén del todo, él los abandonará con un placer aun más inefable, ¡ya lo conocemos a este señor! Todos éstos abandonaron a Matisse, que a mi parecer es sin embargo el más interesante, a pesar de sus manías: también piensa demasiado, pero es un buen artista y el más serio>>. - carta de Berthe Weill a Dufy, en la fecha del 9 de abril de 1908.

Les arbres verts à l'Estaque (1908), Dufy









Abrigo diseñado por Dufy y confeccionado por Poiret
 Así pues, ante esta nueva etapa que se abre también con una serie de dificultades como es la de vender su pintura, Dufy intenta aplicar estas nuevas ideas a otras técnicas y, será en estos momentos cuando realizará las ilustraciones para la obra de Friperies, de su amigo Fernand Fleuret, así como las del Bestiaire de Apollinaire. Pronto, encontrará otro nuevo campo de acción en el mundo de la estampación, donde tendrá gran éxito, trabajando, primero, para Paul Poiret y, más adelante, para Bianchini y Férier.




Continuará.

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