Musée d'Art Moderne de la Ville de Paris
La Fée Électricité (1936-37)
Esta obra magna de 60 x 10 metros representa la Historia de la Electricidad, en la que se reúnen las aportaciones del pasado, las del presente y las que han de suceder en el mañana. Todo ello bajo el aspecto de una gran fiesta y envuelto en una visión optimista, y quizá demasiado idílica, del progreso.
Pierre Camo habló de ella como <<ese vasto y magnífico jardín de formas y colores donde, como en un mundo encantado, los dioses y las diosas, el sol y la luna, las estrellas y los cometas, el rayo y el arcoíris presiden la representación variada de las producciones de la naturaleza y de las invenciones del espíritu humano>>.
Curiosamente, en el momento de su exhibición, esta pintura eclipsaría al Guernica de Picasso, por entonces expuesto en el Pabellón de la República Española, al tiempo que consolidaba definitivamente la fama de Dufy, lo que no quita que no recibiese críticas, entre las cuales está la de Walter Benjamin, quien denunciaba su arte por sentir que iba dirigido a una clase burguesa que no se preocupaba más que por sus actividades de ocio y de pasatiempo.
Sobre la Pintura de Raoul Dufy
<<La historia en sí misma no cuenta, es más bien la manera de contarla>> - Raoul Dufy
(Texto original: <<L'histoire en elle-même ne compte pas, c'est plutôt la manière de la raconter>>)
Su pintura no pretende representar los elementos tal cual son, sino que de ellos, Dufy escoge aquello que le conviene, lo indispensable para que, ejecutando con el menor artificio y la máxima precisión de las impresiones, pueda reducirlos a una mera asociación de la realidad. Para ello, Dufy parte de la idea de que los objetos no sólo se reconocen por su visión, sino por todo lo que se sabe de ellos. De este modo, nuestro artista rompe con la perspectiva renacentista y la idea de "pintar sólo aquello que se ve", para colocar los objetos y figuras sin preocuparse de la medida que ocupan respecto al espacio y la distancia, importándole solamente su significación. Asimismo, Dufy abandona el punto de vista del espectador corriente que se yergue sobre unos pies siempre sujetos en el suelo, permitiéndole así abarcar el tema y todos sus elementos de una manera más completa. Es, según Lassaigne, como si Dufy <<se pasease en globo alrededor de las cosas>>. Otra de las características y quizá la mayor de las aportaciones de Dufy al campo de la pintura se sitúa en el ámbito de la luz y el color. Nuestro artista parte de la premisa ya formulada por Delacroix, de que lo primero que percibimos de un objeto es su color y es éste también el que permanece más tiempo en la retina, más que la forma y la línea, para centrar su obra en el estudio de la luz y del color -los cuales son indisociables-. No obstante, y pese a ser su pintura extremadamente colorida y pictórica, la espontaneidad que transmite sus trazos rápidos y expresivos que configuran los objetos y figuras que se recortan de los fondos o mejor dicho, de las zonas de color, le otorga al mismo tiempo un carácter marcadamente dibujístico. Y este aspecto dibujístico es posible gracias a que Dufy no se siente en la obligación de encerrar el color en la forma y de hacerlos coincidir, pues para Dufy el color de los objetos es una convención, lo que le permite una mayor libertad de actuación sobre la relación del color y de las luces respecto a la composición. De hecho, Dufy no sentirá ningún pudor en dar prioridad a las zonas de color, que serán las encargadas de ordenar las composiciones, aunque a causa de esto los objetos se vean divididos según la separación de zonas que pasen por ellos. Otro aspecto del que se percata, es de que existe el tono local, que es el del objeto y el tono ambiente, es decir, de aquello que le rodea y que al mismo tiempo lo condiciona. Así pues, el color ambiente domina y se superpone a todos los colores excepto a aquellos que deben destacar. Junto a esta idea, está la de que cada objeto tiene un centro luminoso y es el equilibrio de todas esas luces las que configuran la composición. Sin embargo, no vacila en situar luz donde debería haber sombra y viceversa si considera que así lo requiere la composición y siempre estos cambios no alteren el equilibrio de la misma, es decir, el total claros y oscuros.
Les Explorateurs (1937-39), Raoul Dufy
Avenue du Bois de Boulogne, Raoul Dufy
Les Cavaliers sous bois, Raoul Dufy
La Régate, Raoul Dufy
Respecto a la temática, como ya dijimos, los temas tratados fueron pocos -sus taller de pintura, las orquestas, los hipódromos, las regatas, los casinos, las fiestas, las siegas...- y los cuales fue retomando y renovando a lo largo de su vida sin por ello agotarlos, ni dejar nunca que perdiesen ese matiz de improvisación y de espontaneidad. Como expresa Jacques Lassaigne, <<no busca agotar la evolución de un tema, como por ejemplo en pintar como los impresionistas los aspectos cambiantes de un mismo objeto a las diferentes horas del día, él adopta, por contra, una especie de luz brillante que da a cada una de sus interpretaciones su carácter de plenitud y de absoluto>>.
Si bien Dufy siempre experimentó cierto recelo respecto a la imitación de sus predecesores -como se advierte especialmente en su etapa fauvista-, en sus últimos años, no vacila a la hora de realizar versiones de otros maestros, lo que demuestra que ya ha ganado la suficiente confianza en él mismo y en la crítica que sabe que ya no lo juzgará como una copia, pues en estos momentos ya ha logrado un estilo y un reconocimiento propio.
Venus Anadyomène d'après Botticelli (vers 1945), Raoul Dufy
Le Moulin de la Galette d'après Renoir, Raoul Dufy
Para dar esa gracia aérea que acerca las obras de Dufy a la expresividad y la frescura del boceto o la acuarela, necesitaba que las pastas de pintura pudieran conferir cierta transparencia. Ello lo consigue gracias a un procedimiento nuevo, el medium, redescubierto por el químico y pintor Jacques Maroger.
Intérieur à la fenêtre ouverte (1928), Raoul Dufy
Parevent Paris (1930-31), Raoul Dufy
Hacia 1938, empieza a sentir los primeros ataques de una grave poliartritis que iba a paralizarle poco a poco sus miembros, incapacitándole muchas veces y otras, en que su voluntad es más fuerte que la enfermedad, "simplemente" dificultándole pero no impidiéndole la ejecución de sus pinturas. A partir de entonces y hasta el último de sus días, Dufy se someterá a cantidad de tratamientos, llegando incluso a viajar hasta América para ponerse en manos de los laboratorios más avanzados, pero nada podrá sanarlo del todo y deberá combatir estos dolores sin dejar que ellos lleguen a alterar el carácter alegre y desenfadado de sus pinturas. De hecho, hasta el último momento, Dufy no sólo no dejará de pintar, sino que seguirá organizando su vida en función de su trabajo y proyectos.
<<El tiempo de mi enfermedad y el de las catástrofes del mundo no deberían percibirse en el conjunto de mis cuadros reunidos. [...] Estoy solamente ansioso de saber que significación puede cubrir este conjunto de trabajos hechos a partir de esta habitación de enfermo, refugiado, cuidado, pero atormentado por mil penas íntimas. He buscado yo demasiado evadirme de ellas? He hecho bien o mal?>> - Raoul Dufy
(Texto original: <<Le temps de ma maladie et celui des cataclysmes du monde ne devrait pas être aperçu dans l'ensemble de mes tableaux réunis. [...] Je suis seulement anxieux de savoir quelle signification peut revêtir cet ensemble de travaux faits à partir de cette chambre de malade, réfugié, soigné, mais tourmenté de mille peines intimes. Ai-je trop cherché à m'évader de celles-ci? Ai-je bien ou mal fait?>>)
*Siento la cursiva, pero la web se ha desconfigurado o algo y por más que lo he intentado soy incapaz de enderezar estas rebeldes letras.
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