viernes, 21 de agosto de 2015

“Aquello era el caos”: Testimonios del rodaje de ‘Cuatro Fantásticos’

Entre la inexperiencia de Josh Trank y las vacilaciones de Fox, el rodaje del 'blockbuster' más polémico del verano acabó pareciendo obra del Doctor Muerte.


Pese a no haberle gustado a casi nadie y a sus malas cifras en taquilla (o quizá precisamente por eso), Cuatro Fantásticos es el estreno que más titulares está cosechando durante esta semana. A las protestas del director Josh Trank, cuya carrera dan ya muchos por finiquitada, se añaden ahora testimonios que definen el rodaje de la película como “un caos”. Según las fuentes que han declarado para The Hollywood Reporter, la inexperiencia del director y las presiones de la productora Fox se combinaron para convertir el reboot del cuarteto de Marvel en una catástrofe.

 
De acuerdo con una de dichas fuentes, los problemas de Cuatro Fantásticos comenzaron incluso antes de su preproducción: la película, explica, respondió únicamente al afán del estudio por no perder los derechos de los personajes (tras haber estrenado las malhadadas Los Cuatro Fantásticos Los Cuatro Fantásticos y Silver Surfer en 2005 y 2007). Así pues, el filme estuvo “mal planteado, realizado sin visión alguna y por las razones equivocadas”. Empeñado en que la propiedad intelectual de Reed Richards y su familia no volviese a Marvel, el estudio impulsó la película a toda prisa, sin acabar de decidirse nunca ni acerca del reparto ni acerca de un guion que sufrió múltiples reescrituras. Y, para variar, el director pagó el pato: “Ni le ayudaron [a Trank] ni le despidieron: recurrieron a la política del avestruz”, remacha la fuente anónima. Otro testimonio va más allá, comentando que Fox se planteó echar a Trank de la película antes del rodaje, pero no llegó a hacerlo debido al buen precedente de Chronicle, su debut largo. Los responsables de la productora pensaban que, si Cuatro Fantásticos salía bien, habrían encontrado en Josh Trank  a “un nuevo J. J. Abrams”, pudiendo alardear además de haberle dado libertad creativa.


Pero, huelga decirlo, esas expectativas no se cumplieron. Según afirma uno de los testigos, Trank perdió muy pronto el control del rodaje, debido en buena parte a ese perfeccionismo disparatado propio de los directores sin currículum. Y la peor parte de esa manía la tuvieron que aguantar Miles Teller, Kate Mara, Michael B. Jordan Jamie Bell: “les decía cuándo tenían que respirar y cuándo tenían que parpadear”, afirma la fuente añadiendo que e cineasta “quería que sus interpretaciones fuesen lo más inexpresivas posible”. ¿Estaría el director aplicando las fórmulas de Robert Bresson a la realización de un blockbuster? Cualquiera sabe. El caso es que, habiéndose ganado la hostilidad de su reparto y su equipo, Josh Trank “se aisló de todo el mundo”. ¿La guinda de la tarta? fueron los casi 90.000 euros en daños materiales provocados por los perros del director y de su esposa en la casa de Baton Rouge (Luisiana) donde se alojaron durante el rodaje.

A esas alturas, Fox ya se había decidido a echarle de la producción, pero no podía: “¿Cómo consigues que alguien se haga cargo de una película a medio rodar? O llamas a un tío que está loco por encontrar trabajo, o empiezas de cero, tirando el presupuesto por la ventana y quedándote sin reparto”. En esa tesitura (y aunque lo desmienta) Josh Trank acabó reemplazado a todos los efectos por “un comité” del cual podría haber formado parte Drew Goddard (La cabaña en el bosque) y que trató de salvar la película en lo posible. Algunos de los actores, ya muy quemados o con problemas de agenda, se negaron a seguir participando, con lo que fueron reemplazados por dobles de cuerpo. Otras escenas, añadidas a última hora, se rodaron en Los Ángeles con Miles Teller delante de una pantalla verde. Y, hasta el último momento, los guionistas no supieron qué final darle a la historia.


La historia de Cuatro Fantásticos puede ser muchas cosas. Para empezar, un ejemplo de cómo a Hollywood se le está yendo de las manos su fiebre por los superhéroes, algo que no sólo puede llevar a un colapso de las taquillas sino que también corre el riesgo de ‘quemar’ a cineastas jóvenes y con talento, atrapados en rodajes desproporcionados y llenos de presiones. Por otra parte, va camino de quedar como una de esas grandes catástrofes del cine, como La reina Kelly La puerta del cielo, cuyas historias siguen leyéndose con deleite muchas décadas después de su conclusión.. aunque eso les pese a sus responsables.

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