El actor de Boston falleció en Los
Ángeles, a los 83 años, víctima de un problema pulmonar.
Leonard Nimoy, el
actor y director estadounidense conocido por su papel de Spock en
la saga Star Trek, ha
muerto hoy en Los Ángeles a los 83 años, víctima de la Enfermedad Pulmonar
Obstructiva Crónica (EPOC). El actor, nacido en Boston en 1931,
había anunciado en 2014 que padecía de este problema respiratorio,
consecuencia de su adicción al tabaco.
Hijo de dos inmigrantes rusos (él, barbero, y ella, ama de casa), Nimoy se
inició en las artes escénicas actuando en un grupo escolar de teatro, para
después ejercer como profesor de Arte Dramático. Tras una breve carrera
militar, y de intervenir en varias películas de serie B (entre ellas, el
clásico La humanidad en
peligro -1954-), comenzó a prodigarse en televisión,
prestando su afilado rostro a series como Bonanza, Los Intocables y Cuero crudo, coincidiendo en
esta última con un joven Clint
Eastwood. En 1966, se le presentó la disyuntiva de elegir
entre un papel en Peyton
Place (uno de los culebrones más longevos y populares
de EE UU) y otro en un serial de ciencia-ficción escrito por un tal Gene Roddenberry, y que
atravesaba ciertas dificultades para cerrar su reparto. El nombre de dicha
serie era Star Trek, y
en ella Nimoy interpretó a Spock, el
oficial científico de la astronave Enterprise. Ese
sería el rol más popular de toda su carrera.
Hombre de múltiples inquietudes (sus actividades abarcaban la poesía, la fotografía
y la música), Leonard Nimoy no le guardó en principio demasiado cariño al señor
Spock, un personaje merced al cual fue nominado tres veces al Emmy como actor secundario:
aunque Star Trek sólo
había durado tres temporadas en antena, la calidad de sus guiones y su sólido
acercamiento al género de ciencia-ficción la habían convertido en objeto de
culto, condenando a sus intérpretes al encasillamiento. Hasta tal punto
llegó este rechazo, que su primer libro de memorias (aparecido en 1975) se
tituló Yo no soy Spock. Tres
años después de publicar dicho volumen, Nimoy retomó el papel del astronauta
vulcaniano en Star Trek: la
película (Robert
Wise, 1978). Y, en Star Trek: La ira de Khan (1982) creyó haberle
dado el pasaporte merced a una digna muerte frente a la cámara.
Craso error: aunque la carrera de Leonard Nimoy tras la cámara le
deparase algunos triunfos (como Tres
hombres y un bebé, remake de
la francesa Tres solteros y un
biberón estrenado en 1987), éste se descubrió a sí mismo
echando de menos a su papel más conocido, y también más rentable. Así pues, el
actor accedió a resucitar al personaje en Star Trek III: En busca de Spock (1984),
que también dirigió. Tras hacer las paces con su álter ego de orejas
puntiagudas, Nimoy se reconcilió con Star
Trek hasta el punto de dirigir otra de sus entregas en
cines: la muy bienhumorada Star
Trek: Misión salvar la Tierra (1986).
Así, aunque nunca abandonase sus otras expediciones tanto delante (la serie Fringe) como detrás de la cámara, y aunque se convirtiera con los años en un solicitado actor de voz, Leonard Nimoy nunca volvería a renegar ni de Spock ni de la Federación de Planetas. Sus intervenciones en las nuevas películas de Star Trek, dirigidas por J. J. Abrams, fueron muy bienvenidas por el fandom, y quedaron como una bendición oficiosa tanto para el reboot de la saga como para el nuevo Spock encarnado por Zachary Quinto.
Leonard Nimoy deja tres hijos, uno de ellos adoptado, seis nietos y un
bisnieto. El último mensaje en su cuenta de Twitter reza: “Una vida es como un jardín: los momentos perfectos
existen, pero no pueden ser preservados, salvo en el recuerdo. Larga vida y
prosperidad”.
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